Rulete: los orígenes
Por Panicidio
I: Decisión
Cierto atardecer rural y melibeo, se encontraba Rulete mirando Las aventuras de Zapato y Zapatilla cuando se le puso fecha y hora a la intervención familiar.
Los designios malinterpretados de la sibila Anna Clarópula, condujeron a Rulete a la estefanía incorrecta: era imperioso ir a la guerra.
Los padres de Rulete, que habían sido los consejeros a lo largo y ancho de todo su mandato, quedaron estupefactos y estupefacientes cuando Rulete tomó y bebió la palabra:
—Mamá, mamá, mamá y papá (Rulete creció en una sociedad polígama) he decidido levantar armas, ir a la guerra, declarar combate, iniciar hostilidades, lanzarme a la contienda…
—¿Te volviste loco?—acusó una de las madres.
—Cuerdo es lo que me he vuelto.
—Hijo mío.—replicó otra de las madres.—Del amor a la pelusa hay un solo paso y tú nunca saliste de este castillo.
—Es porque está en una calle cerrada y unidireccional, madre.
—¡Ya gobernamos sobre la mitad del mundo!—replicó exasperada.
—Pues queda la otra mitad. Siempre fui dado a las circunferencias de prensa. Y hablando de prensa, no existirá otra prensa más que la que yo apruebe.
La decisión de ir a la guerra lo afirmaría como líder, puesto que su padre, cesado en funciones por sus disfunciones, le cedió el placer y privilegio de arrendar, recaudar, violar y ajusticiar asimétricamente a los súbditos.
Tras leer cuatro resúmenes de libros de estrategia militar de izquierda a derecha, en diagonal y del revés, comenzó un plan intensivo e invasivo del hemisferio Sur.
¿Quién lo diría? Un día uno es un mancebo tonto que pone el cetro en el guiso sin querer y al otro día sucede lo mismo porque solo transcurrió un día.