Postapocalíptico y desintegrado; el sacro oficio del sacrificio.
El Señor de Corbata
(Es el hall de entrada de la Central de Sacrificios Humanos; el portero está dormido recostado a una columna, el perro guardián a su lado se lame los genitales con fruición; llega trotando el insigne caballero Sir Archibaldo Reynolds y le pega un grito al portero durmiente)
-Eh, usted, despierte, inmanente pedazo de inútil.
- ¿A su servicio señor, disculpe, señor, desea entrar el señor?
-Quiero una visita guiada.
-Venga conmigo, señor.
-Pero la quiero sin guía, así que usted aquí se queda.
(Sir Archibaldo entra; el espacio es bastante reducido y en cada pared hay varias puertas que llevan a respectivos pasillos que suben o bajan con escaleras y rampas bastante inverosímiles; hay un grupo de unas doce personas allí esperando, alguno se aventura cada tanto en alguna de las puertas y pasillos y se pierde pronto de vista. Sir Archibaldo escoge una puerta cualquiera y entra; algunos minutos después llega a una pequeña oficina donde un burócrata le habla sin mirarlo)
-¿Nombre…?
-Sir Archibaldo Reynolds.
-¡Ah, usted! Ya es toda una sensación entre los funcionarios y gerentes, me preguntaba cuándo tendríamos el honor de recibirlo.
-Me imagino.
-Si quiere le explico cómo funciona este lugar; puede pedir café, refresco, alcohol… al final todo tiene las mismas drogas y el efecto es el mismo, pero los sabores y texturas son a su elección…
-Un café bien frío y un refresco cola caliente. Y una caja de cigarros.
(Un subalterno sale de uno de los cajones del escritorio del burócrata, le sirve a Sir Archibaldo lo pedido con meticulosa amabilidad servil, y vuelve a su cajón con una inclinación)
-Le explicaré cómo funciona nuestro Sistema de Sacrificios Voluntarios, o SSV…
-Déjeme adivinar: al llegar todos sienten que tienen que elegir una puerta, la correcta, para llegar a un lugar determinado, y luego de elegir y subir y bajar un rato llegan a una oficina cualquiera, como esta, donde se les hace creer que han elegido la única opción correcta y que han sabido llegar a la oficina exacta, al lugar apropiado, que son únicos y especiales, que son los Elegidos excepcionales capaces de salvar al mundo con su sacrificio voluntario; después les hacen firmar un papel de apariencia sacra que no es más que un contrato, y los matan.
-Acertó bastante, Sir Archibaldo, aunque no los matamos sino que se sacrifican tomando un comprimido, uno como este que tengo aquí; por lo demás acertó, le felicito; es más, le digo que es admirable, usted es algo único y especial, señor…
-No se moleste, no me convencerá de sacrificarme…
-Pero, piénselo: alguien como usted, que se ha hecho conocido por sus particularidades, alguien que es digno de atención, afecto y hasta admiración de parte de las masas y las élites, alguien ejemplar por sus valores y principios; si se supiese que alguien como usted ha aceptado el SSV, la publicidad sería enorme, tendríamos miles de millones de voluntarios esperando al abrir mañana en la mañana, haríamos realmente una diferencia enorme y reduciríamos la tasa de sobrepoblación latente al menos en un 4,3% en menos de un trimestre. Usted puede salvar al mundo, Sir Archibaldo.
-Sí, bueno, mucha gente puede hacer cosas todo el tiempo, a mí no me interesa salvar al mundo, sacrificarme y todo eso.
-¿Entonces a qué viene esta visita? Incluso escuché que empezó este recorrido por las oficinas públicas en el Monte Suicidio, donde estuvo a punto de…
-Es un mundo libre, puedo cambiar de idea cada vez que quiera, y de hecho pienso hacerlo. He venido no a sacrificarme sino a aprender de ustedes, son una de las pocas reparticiones del gobierno que realmente está haciendo un buen trabajo.
-¿En serio lo dice?
-Claro; he estado visitando todo tipo de lugares y hablando con directores, gerentes y porteros; nadie tiene idea de lo que está haciendo, es un caos allí afuera. Ustedes son los únicos que logran hacer una diferencia y atacan un problema real de una forma real y efectiva. ¿Cuántas personas se han sacrificado aquí en el último año?
-Unas 758126 personas hasta ayer; todo ellos en edad de reproducirse aún. Pero… bueno, el mérito no es nuestro, sino de las campañas de publicidad que…
-No se quite el crédito; todos ustedes trabajan sin descanso para aminorar los males del nacimiento y la vida, y en especial usted.
-¿Yo, señor?
-Por supuesto; tiene usted los mejores números y el mejor desempeño de toda esta sección.
-No lo sabía, señor.
-Porque es información reservada, a la que accedí en una de mis visitas precedentes a un organismo estatal secreto del que no tengo permitido hablar. Pero hay muchos ojos en usted, se espera mucho de usted.
-Vaya, no lo esperaba, pero es un honor, sólo dígame lo que hay que hacer…
-Usted sólo debe sacrificarse; el efecto será enorme: un burócrata modelo, tan convencido de su trabajo que realizó sobre sí mismo un SSV, será noticia en todos lados, será puesto como ejemplo hasta en los niveles más altos y las multitudes seguirán su ejemplo; usted solito habrá salvado para siempre al mundo y reivindicado el papel de esta sección, el lugar del sacrificio humano voluntario dentro de un mundo civilizado…
(El burócrata firma unos papeles y se toma el comprimido; muere. Sir Archibaldo se guarda algunos comprimidos en el bolsillo, y vuelve atrás por el pasillo hasta la sala de espera y de allí sale a la calle.)
