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Postapocalíptico y desintegrado; preso sorpresa y guardia de vanguardia.

El Señor de Corbata

​​

(Es el patio de una Institución Social de Hospedaje Transitorio Forzado; al fondo unos presos vestidos a franjas fluorescentes hacen pesas y calistenia con disciplina y dedicación, bajo la atenta mirada de los guardias que están allí armados de sus rifles, cachiporras y tasers para vigilar que los presos mantengan una postura adecuada al realizar los ejercicios y tomen agua, con el fin de evitar lesiones y maximizar beneficios; en el suelo de tierra del patio se abre discretamente un hoyo que se ensancha silenciosamente hasta alcanzar un diámetro suficiente para que el insigne caballero Sir Archibaldo Reynolds asome su cabeza y tras ella todo su envoltorio corporal; Sir Archibaldo sale por completo, se sacude un poco, tapa el hoyo echándole tierrita con el pie y con una pala que traía; luego dobla la pala y la guarda en su bolsillo posterior izquierdo.)

   - Alto ahí o disparo!- dice uno de los guardias, luego de disparar un par de veces.

   -Quieto, quieto, sshshshsshsh, buen chico, buen chico, tranquilo, tranquilito, así, así- dice Sir Archibaldo y logra llegar hasta el guardia y mirarlo a los ojos; entonces el guardia tiembla, moquea y rompe en llanto, se abraza a Sir Achibaldo y éste le dice:

   -Tenés que tomarte unos días libres, necesitás pensar en tantas cosas… vení, si intercambiamos ropas y me pongo a pasear por acá con tu uniforme nadie se dará cuenta de que soy un visitante y nadie notará que abandonaste tu puesto; tomate un par de días y volvé el lunes o martes, que acá voy a estar.

   -Gracias, volveré.

(Se va y Sir Archibaldo empieza a jugar a los vaqueros con las armas del guardia; luego camina hacia unos huéspedes forzados que juegan al ajedrez).

   -Demoran mucho en cada jugada- observa Sir Archibaldo luego de unos minutos.

   -Es que el tablero nos mete choques eléctricos si hacemos un movimiento erróneo.

   -Ya veo. Creo que debería mover el caballo a b3.

Lo intenta…

   - Aaaarrrrgggghhhhh!!!- grita el jugador, que acaba de recibir 180 vts en los tobillos.

   -Lo siento, mejor no me meto más.

(Por el costado, atravesando un muro, irrumpen tres boqueteros munidos de gruesos mazos de acero, que en segundos reducen el muro a polvillo blanco; luego posan para unas fotos mostrando sus mazos marca Facme, al tiempo que aparecían para felicitarlos el director de la institución y el gerente de marketing; por la charla subsecuente entre los cinco personajes y por el lenguaje corporal de todos ellos, Sir Archibaldo dedujo que el que verdaderamente dirigía todo allí era el gerente de marketing, y a él se dirigió cuando los fotógrafos desaparecieron.)

   -Debo felicitarlo por cómo marchan aquí las cosas y por cómo no se marchan de aquí las personas, pero lamentablemente también debo importunarle con un par de preguntas- dice Sir Archibaldo al tiempo que se quita el disfraz.

   -Vístase, por favor, no es necesario quitarse el disfraz: ya sabíamos que era usted, lo estábamos esperando.

   -Me alegra saberlo, supongo entonces que tendrán algo preparado para agasajarme como merezco.

   -Claro que sí, pase a mi oficina.

   -Prefiero que su oficina venga a nosotros.

   -Como guste.

(Viene la oficina y se instala alrededor; se sientan; un robot doméstico Facme le acerca a Sir Archibaldo una mesita con múltiples bebidas y sustancias; él mete en una coctelera una rana, tres o cuatro chorritos de algunas botellas, una pastilla de menta, mezcla todo y se lo bebe con un popote de bambú que se autodestruye a los 20 segundos sin dejar huella de carbono)

   -¿Y a qué debemos el honor de su visita a nuestra institución?

   -En primer lugar estoy haciendo un estudio filosófico empírico de la actualidad y eso incluye un recorrido sumamente pintoresco por instituciones, recintos y situaciones variopintas que harían las delicias de una sitcom; en segundo lugar, bien, mucha gente me ha dicho a lo largo de los años que yo debería estar preso y quise venir a ver, por las dudas.

   -Es entendible; bien, usted dirá.

   -¿Por qué estaban derrumbando paredes hace un rato?

   -Oh, eso es parte de nuestro sistema de reclusión ventilada; hemos oído comprobar que las instituciones de hospedaje forzoso que poseen una mejor ventilación y una mayor circulación del aire son más eficaces, y son más afines a la energía positiva según el feng-shui.

   -¿Y los presos no se escapan?

   -Sí, claro, la mayoría se escapa, y esa es justamente la clave de nuestro éxito. Los evadidos que afuera la pasan muy mal porque fracasan en sus intentos delictivos, acaban volviendo a meterse a nuestra institución por su propia voluntad porque aquí al menos cuentan con comida, patio de ejercicio, cobertura médica, ludoteca y drogas, y el contacto con otros delincuentes les ayuda a pulir sus habilidades y mejorar sus oportunidades para la próxima vez que tengan ganas de escaparse; los que estando fuera tienen éxito y deciden no volver, al menos se convierten en ciudadanos productivos que más o menos pagan impuestos y contribuyen a que no decaigan los índices de consumo y actividad comercial.

   -Ya veo. Es brillante. Entiendo además que ya no existen aquí problemas con la violencia de los presos.

   -Muy cierto, y en realidad fue fácil: organizamos nosotros mismos una cantidad enorme de motines, riñas y peleas, tantos que no hay tiempo para que se suscite alguna expresión de violencia espontánea por fuera de nuestro control. La mayoría de los presos se la pasa evadiendo situaciones violentas artificialmente impuestas, en realidad. Nuestro slogan en ese entonces, cuando iniciamos el programa, era “Problemas con la violencia? La solución es la violencia sin problemas”, fue uno de mis primeros slogans exitosos y me hizo merecedor de un par de ascensos y de mi segunda ex-esposa.

   -¿Y la comida aquí es buena?

   -No lo sé en realidad, pero en varias aplicaciones le han dado un promedio de dos estrellas y media.

   -¿Y las habitaciones, qué tal están de higiene y comodidades?

   -Sólo insectos de primera categoría, roedores nunca antes de que oscurezca y cero serpientes desde hace más de dos meses.

   -Pues no me está resultando tan tentadora ya la idea, para ser honesto.

   -Déjeme hablarle ahora de nuestra propuesta transversal pedagógica multidisciplinaria: tenemos un taller de teatro.

   -Interesante. ¿Y qué más?

   -Eso es todo.

   -Oh.. y qué obras han montado?

   -Ninguna hasta ahora, que yo sepa, pero eso es lo de menos, hombre, no se da cuenta, lo importante es que mientras ensayan o actúan no son ellos, son otros, son libres mientras actúan y entonces nosotros podemos bajar los números de nuestra población y mejorar las estadísticas.

(Mientras hablan, uno de los muros es atravesado por los boqueteros y sus mazos, que caminan cuidadosamente a través de la oficina, piden disculpas por la interrupción tan inconveniente como indeseada, atraviesan el muro de enfrente y salen seguidos por los fotógrafos)

   -Otra pregunta que quisiera hacer es sobre el ajedrez y los choques eléctricos…

   -Una maravilla revolucionaria; en pocas semanas los usuarios no sólo aprenden a meditar muy bien cada decisión que han de tomar en sus vidas, sino que además salen convertidos en maestros del ajedrez de clase mundial, alguno queda levemente traumado, no vaya a creer que no, pero nada tan grave. Algunos vuelven cada tanto para practicar sus jugadas y probar variantes nuevas.

   -Entiendo. Bueno, eso es todo y no lo molestaré más.

   -¿No prefiere quedarse y jugar unas partidas? ¿O hacer pesas un rato? Están por servir la chocolatada psicotrópica…

   -En realidad tengo que seguir mi recorrido, de otro modo sería un gusto quedarme, realmente. Lo que más me apena de irme es que voy a traicionar la confianza de un pobre guardia que me cedió su uniforme confiando en que yo le cuidaría el puesto hasta que él volviese.

   -Por eso no se preocupe…

(El gerente de marketing se quita el disfraz dejando ver que en realidad él era el guardia que horas antes había dado las ropas a Sir Archibaldo)

   -Vaya giro inesperado- dice Sir Archibaldo, y acto seguido se quita el disfraz dejando ver que en realidad era el gerente de marketing; él y el guardia se miran, y comenzamos a dudar de que Sir Archibaldo haya estado realmente allí en algún momento.

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Revista "Barro", Uruguay

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